EL PODER DE UNO MISMO
Había una vez un hada noble que por más que pensaba no hallaba solución a su problema. Todos sus amigos y sus amigas tenían desarrollado un gran poder con el que ayudar al prójimo. Sin embargo ella, Filo, no tenía ningún don ─ ¿Será porque soy humana? ─se preguntaba a veces la joven hada. Pero eso era imposible pues era pequeña y voladora como las hadas buenas de la primavera─, entonces, ¿porque yo no tengo poder? Decidió partir en busca de repuestas, visitaría al sabio de las montañas quién seguramente le daría sus razones. Ella no se daba cuenta, pero en su camino hacia las montañas, los campos arrasados por las nieves y heladas del invierno iban a su paso floreciendo y pintándose de luminosos colores, los pajarillos aparecían animando su camino… caminando caminado se encontró una tortuga: ─ ¿Hola hada buena, podías ayudarme? ─! Claro! ─contestó entusiasmada la joven─, ¿qué puedo hacer por ti? ─Sólo necesito consejo, si tú fueras una tortuga lenta como yo ¿qu