¡Orden en la sala! ¡Orden en la sala!
- ¡Orden en la sala! ¡Orden en la sala! Exigía el juez, mientras golpeaba su pequeño martillo; y es que el revuelo era grande entre el público, reporteros y familiares de las víctimas todo esto causado por la presentación de aquellos tres asesinos confesos para escuchar sus sentencias. - ¡Si no guardan silencio! Me veré en la penosa necesidad de solicitar el desalojo del recinto. Al decir esto, todos los allí reunidos comenzaron a callarse; Fuertemente custodiados por los alguaciles de la corte los homicidas fueron tomando asiento frente al juzgador, encadenados de pies y manos, con sus uniformes del presidio de franjas blancas y negras. - En esta audiencia se les dictará la sentencia correspondiente por haber sido encontrados culpables de la violación tortura y asesinato de dos inocentes jovencitas de esta comunidad. . .! Silencio en la sala! . . . ¡Silencio en la sala! El alboroto se volvía a encender, con tan sólo mencionar los actos repugnantes de vejación cometidos en perjuicio de